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LOS CELOS DEL MATRIMONIO

Los celos son una manifestación de inmadurez, inseguridad y egoísmo!


Los celos son producidos por una actitud de sospecha permanente hacia el cónyuge. Se le conoce como el vicio de la “posesión” Podríamos definirlo como un estado emotivo ansioso que padece una persona y que se caracteriza por el miedo ante la posibilidad de perder lo que se posee-tiene. En el ámbito sentimental, es la desconfianza y sospecha permanentes en el otro que tiñen, y perjudican gravemente, la relación con la persona amada. La mayoría entendemos por celos ese confuso, paralizador y obsesivo sentimiento causado por el temor de que la persona depositaria de nuestro amor prefiera a otra en lugar de a nosotros.

Normalmente, quienes padecen preferentemente estos ataques de celos son personas muy centradas en sí mismas, En muchas situaciones de celos hay, más que amor o miedo a la soledad, otras causas: sentimientos de posesión del otro, de necesidad de controlarle, de inseguridad en uno mismo, de envidia hacia la mayor riqueza de la vida emocional del otro… Todos los seres humanos tenemos algún tipo de celo, pero aquí estamos hablando de esos celos que exceden la normalidad y ponen a la pareja en una posición de ofensa y conflicto. Este tipo de celos enfermizos, son frecuentemente consecuencia de una ausencia de identidad y de debilidad espiritual, que estimula las debilidades emocionales o carnales de las personas.

1 Corintios 3:3 porque aún sois carnales. En efecto, habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales y andáis como hombres?

Gálatas 5:19-21 Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lujuria, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, divisiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas. En cuanto a esto, os advierto, como ya os he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

Cuando en una pareja surge el miedo a la separación, éste se manifiesta en forma de celos, de persecución al cónyuge en su hipotética infidelidad, controlándole y pretendiendo obligarle a que sea fiel. Cuanto más persigue a su pareja con celos, tanto más se siente impulsado el perseguido o perseguida a demostrar su autonomía, esforzándose en alejarse y no dejarse obligar. Y cuanto más lo hace, tanto más busca el celoso o celosa reclamarle como posesión propia y secuestrar su libertad de movimientos y de sentimientos. El celoso exige entonces a su pareja la descripción pormenorizada de su supuesta aventura y en su mente se mezclan el miedo al ridículo, a estar en boca de todos, el sentir con dolor que la otra persona vale más, la pérdida de autoestima, un deseo morboso de información (circunstancias de la otra relación, quién es, dónde se ven, desde cuándo…..), un desmedido afán de control, un sentimiento de posesión exacerbado, la agresividad para con uno mismo… Vive la situación como si de una tortura se tratara e incluso con deseos de venganza, que van desde el encerrarse en el silencio hasta el drama que con tanta frecuencia describen las secciones de sucesos de los medios de comunicación.

Santiago 3:15:17 No es esta la sabiduría que desciende de lo alto, sino que es terrenal, animal, diabólica, pues donde hay celos y rivalidad, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Para vencer esa sensación de celos enfermizos, es imperativo, estrictamente necesario, fortalecer la vida espiritual, mediante una mayor exposición a la palabra de Dios, asistiendo a los servicios a la Iglesia, buscando apoyo profesional espiritual, asistiendo a eventos para matrimonios y tomando la decisión de trabajar con su problema de inmediato.

El cónyuge objeto de los celos del otro (a), puede ayudar, evitando toda forma posible de alimentar los celos de su cónyuge, afirmándolo (a) en amor y orando y bendiciéndole constantemente, ayudándole a buscar consejería para sanar esa “enfermedad” de los celos.

Si has sufrido o sufre de “celos”, pídele perdón a Dios primero y luego a tu cónyuge. Toma el valor para reconocer que has ofendido a tu cónyuge con celos excesivos, aun cuando haya habido alguna razón para ellos. Toma la decisión de perdonar a tu cónyuge. Toma la decisión de no juzgarle, de no criticarle, de no maltratarle en modo alguno.

Tú matrimonio y tu familia es el tesoro más valioso que Dios te ha dado. CUÍDALO!


Luis y Hannia Hernández

DESASTRE

"Pues por falta de conocimiento mi pueblo ha sido destruido." Oseas 4:6 (NVI)
La sociedad donde Oseas estaba viviendo estaba corrompida. El perjurio, la mentira, el robo, el adulterio y el asesinato eran la moneda corriente. Los homicidios se sucedían día tras día. La violencia no tenía fin. En medio de este caos no había poder político que pudiera detener la creciente ola de inseguridad. Y cualquier medida que se adoptara, era superada por los abusos delictivos.Para colmo de males, el pueblo escogido por Dios consultaba a unos dioses de madera para conocer su futuro y creía sus respuestas. Buscaban que les adivinen el futuro y les aseguran bienestar. Lo hacían a diario. Llevaban sus ofrendas, adoraban a las estatuas de turno y confiaban en las palabras que a través de sus voceros recibían.
Una situación lamentable porque de esa manera, no tendrían solución posible. Estos hombres que se creían tan religiosos por cumplir con tantas pautas morales y ritos ceremoniales, no se daban cuenta que su situación jamás podría mejorar. Rogaban a sus estatuas ayuda contra los abusos y los desmanes, pero jamás recibirían la ayuda reclamada. Porque estaban pidiendo mal. La violencia que sufrían era consecuencia de haber abandonado las normas de Dios, y de haber aceptado dejar a Dios para creer en otras cosas. Malas decisiones producen nefastos resultados.
La falta de conocimiento de Dios, iba a provocar la destrucción de ese pueblo. Y la violencia que sufrían era solo una muestra más del desastre que venía.
Hoy estamos igual. La violencia nos destroza. A diario vemos en los noticieros asesinatos, muertes, mentiras, robos, abusos y delitos. Vivimos con miedo que nos roben, nos maten o nos violen. Estamos rodeados de violencia descontrolada. Y cuanto mayor es la violencia y la angustia se incrementa proporcionalmente, las consultas a los tarotistas, las cartas, el horóscopo o los astrólogos. Lejos de consultar y buscar a Dios, las personas cada vez se inclinan más a buscar una alternativa más fashion o de moda.
Y la sentencia vuelve a repetirse: por la falta de conocimiento de Dios, esta sociedad será destruida. No hay solución posible, lejos de Dios. Solo el respeto y el conocimiento de Dios pueden cambiar la conducta de un individuo. Y solo el cambio de la conducta de un individuo que se replica en otros, puede cambiar una sociedad. El cambio es posible, solo de lo micro a lo macro.

Empezá el cambio por vos.

EL BAUTISMO SALVA?

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”

Marcos 16:16


En simple lectura de este pasaje, descubrimos absolutamente que la única acción que determina la salvación de una persona, es el creer.

De lo contrario, debería decir que la condenación es por: “no creer y por no ser bautizado”.

Si a un niño le hacemos leer este versículo y le preguntamos: ¿Quién será condenado? La respuesta será inmediata: “El que no creyere”

La salvación no es por lo que hagamos o dejemos de hacer. No es por obras para que nadie se gloríe (Efesios 2:8-9) No es por votos de consagración, no es por litros de sudor ni por méritos acumulados. Es exclusivamente por creer.

Ahora bien, pero ¿por qué dice la Biblia: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo”? Es importante considerar esta pregunta para poder argumentar que solo la fe, es decir, solo “el creer” es lo que hace salvo a un individuo.

El acto del bautismo no es la causa de la salvación, sino que la consecuencia de la fe en un verdadero creyente. En otras palabras, el individuo no se bautiza para ser salvo, sino que se bautiza porque ya es salvo y desea obedecer al Señor Jesús.

Esto esta en plena armonía con el contexto global de las escrituras cuando señalan que la fe verdadera por sí misma, produce frutos de obediencia.

Si afirmamos lo contrario, debemos consecuentemente afirmar que la salvación no es solo por la fe, sino que también por las obras, lo que entraría en disonancia con Romanos 4, por citar uno de los tantos pasajes de la Biblia.

Además, tendríamos que afirmar que al ladrón de la cruz le faltó el complemento del bautismo para ser salvo.

El afirmar que el bautismo es necesario para la salvación, es un sofisma. No resiste análisis, y constituye un insulto a la eficacia y eficiencia de la todopoderosa sangre de nuestro Señor Jesucristo. El solo creer en el sacrificio vicario de Jesús es lo que hace salvo a un hombre. Veamos lo que Cristo enseño:

“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” Juan 5: 24

Los que pretendan incluir obras, sacramentos, votos, sacrificios, etc., a la obra de la salvación, están contradiciendo al autor y consumador de la fe; nuestro Señor Jesucristo. El bautismo, es una muestra de obediencia del creyente hacia su Señor y jamás llega a ser un acto de un co-redención o co-participación en la tarea de salvar.

Solo por gracia.com (Chile)