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FIDELIDAD


"Los que veneran las vanidades ilusorias abandonan su lealtad." Jonás 2:8 (RVR)

Los españoles llegaron a América con la única razón de enriquecerse. Las tribus que poblaban América Central y el norte de Sudamérica tenían grandes cantidades de oro. En un primer momento, mientras se acercaban en paz, los españoles intercambiaron ese material precioso por espejitos de colores. Brillaban más que el oro, pero valían muchísimo menos. Ellos no sabiendo el valor de los objetos, estaban fascinados con los espejitos. Vanidades ilusorias. Mentiras que engañan.

Luego vendría la viruela, el alcohol, la tortura, la esclavitud y la muerte. Y siguieron padeciendo el abuso y la mentira. Habían confiado en ilusiones, y la vanidad terminó destruyendo sus vidas, sus familias y sus ciudades.
Jonás estaba atravesando una situación similar. Estaba en la panza del pez. De todos los lugares donde alguien podría estar meditando, este es el más increíble y atípico. A Connie le encanta la historia de Jonás que fue empujado al agua desde el barco, por haber desobedecido a Dios. No estaba en el pez por casualidad. Dios lo había enviado a Nínive y Jonás se fue a Tarsis en un barco. Dios se enojó, desató la tormenta, los marineros echaron suerte para ver quien era el culpable del problema y la suerte cayó sobre Jonás. Lo tiran al agua y la tormenta cesa. Dios manda un pez que se traga a Jonás. Hasta ahí la historia.
Pensaba como estaría Jonás dentro del pez. Absoluta oscuridad, enredado entre algas y peces muertos, mojado por los líquidos del estómago que carcomían su piel, mojado y con miedo, sin saber como salir, apenas respirando y dando tumbos. Pero reconociendo que estaba en ese lugar por su culpa. Había sido un tonto al pensar que podía escaparse de Dios. Compró los espejitos de colores que su mente infantil le ofrecía y siguió su camino. Pensó que nada le podría pasar.
Ahora estaba al borde de una muerte horrible, larga y tortuosa. Y resume su estupidez en esta frase: Los que siguen a ídolos vanos abandonan el amor de Dios, los que guardan las vanidades ilusorias, su misericordia abandonan. Y las consecuencias son siempre lamentables.
Hoy estamos a tiempo de frenar, de pensar y de actuar correctamente. Con la experiencia de Jonás, deberíamos meditar bien que hacer antes de actuar. Dios espera que le seas fiel y que no lo abandones siguiendo las vanidades ilusorias que este mundo hoy te ofrece.

REFLEXIÓN — Seguí fiel a Dios.

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